La
reacció, a voltes amb força violència, viscuda a Catalunya desprès de la
Sentencia del Tribunal Suprem del judici del procés ha generat anàlisis de tots colors i orientacions polítiques.
En aquest sentit, estic molt d’acord amb l’article que publica avui, a La
Vanguardia, el professor Manuel
Castells: Explosiones
sociales.
El
professor Castells va més enllà del bucle sense fi del procés i de les relacions
entre Espanya i Catalunya. I en aquest cas, situa en primer pla la frustració política
de tota una generació:
“...Hace más de una década se aprobó un nuevo
Estatut d’Autonomia en los parlamentos catalán y español y fue refrendado por
una gran mayoría de ciudadanos catalanes. Tras lo cual, entre el PP y un Tribunal
Constitucional ideológicamente anclado en el nacionalismo español hubo una
regresión de la autonomía. Como reacción surgió un movimiento independentista
espontáneo, al cual se apuntaron los partidos catalanistas por intereses
electorales. Fueron desbordados por opciones políticas más coherentes, aunque
pudieran considerarse utópicas, empujando al independentismo político a la
organización de un referéndum fuera de la instituciones españolas. Fue pacífico
y masivo, aunque sólo participó la mitad de la población. La represión fue
violenta por parte del gobierno español, apoyado por la mayoría de los partidos
y jaleado por muchos medios de comunicación.
Lo que empezó como un proceso
gradual de redefinir pacíficamente las relaciones entre Catalunya y España
desembocó en confrontación. En ese contexto, la desmesurada e injusta sentencia
de unos jueces nombrados por un Consejo General del Poder Judicial designado
por componenda política ha indignado a una mayoría de la población catalana,
incluso a aquellos que no somos independentistas. Era de esperar la reacción
que se ha producido, pacífica y masiva en su inmensa mayoría, violenta y
minoritaria en algunos sectores radicalizados, como suele ocurrir en toda gran
protesta social. Esta violencia es condenable éticamente y contraproducente
políticamente. Pero hay que entenderla en lugar de demonizarla y tratarla como
un problema de “orden público”. Porque si no se abordan las raíces de la
violencia, resurgirá. Y las heridas profundas en la sociedad catalana harán
ingobernable el Estado español. No se trata de infiltrados y provocadores,
aunque los haya (algunos de ellos probablemente fascistas y policías), sino de
miles de jóvenes catalanes que, como dijo una de ellas, han visto como pegaban
a sus abuelos el 1 de octubre y quieren ponerse en primera línea. Cuantas más
jóvenes apaleen, cuantos más nuevos presos políticos haya, más se irá creando
una reserva de rauxa que se
expresará de mil formas. Y cuanto más se culpe a los anarquistas, más
anarquistas aparecerán, porque es la ideología de oposición al Estado
autoritario.
La fuente de esa violencia
puntual es la frustración política de toda una generación que se siente
traicionada no sólo por el Estado español sino por los propios dirigentes del
independentismo político que los lanzaron a la calle y ahora acusan a
misteriosos agentes extranjeros, olvidando que en Barcelona viven muchos
jóvenes extranjeros que creen en la ciudadanía europea. Es vergonzoso tirar la
piedra y esconder la mano. Pero lo más grave es, como escribía recientemente el
semanario alemán Stern, la
incapacidad congénita de los políticos españoles para negociar. Ni para una
investidura de gobierno ni para encontrar fórmulas de solución para un
conflicto que afecta fundamentalmente la convivencia en el país. Porque sin
negociación el Estado de derecho se reduce al derecho del Estado....”.
Efectivament,
traïció i incapacitat de diàleg i negociació per totes bandes. Frustració.
Dos reflexiones, que me temo el Sr. Castells no ha tenido en cuenta:
ResponEliminahttps://filosofiacriticaposmoderna.blogspot.com/2020/07/recurso-previo-de-anticonstitucionalidad.html
Recurso previo de anticonstitucionalidad, un choque de legitimidades que duró 30 años.
https://filosofiacriticaposmoderna.blogspot.com/2020/07/rompe-la-baraja-el-tribunal.html
¿Se imaginan ustedes una España sometida a una justicia confederada (como de hecho lo es la europea) en lugar de una que preserve unidad de criterio por casación, estés donde estés en el territorio español?
La STC 31/2010 estableció en su respuesta que la organización autonómica del Estado declarada en la CE determina que nada puede disponerse en los Estatutos de Autonomía sobre la ordenación de las instancias procesales, órganos judiciales, jurisdicción o ejercicio.